Es difícil encontrarse en la agenda cultural una función como Una Noche Blanca con los Clásicos. Representaciones teatrales o musicales hay muchas, pero una función donde todo gira sobre la poesía de nuestros clásicos no abundan. Por eso, también es difícil hacer una crítica sobre la calidad de esta función si nos atenemos a la comparación con otras funciones de este tipo. El formato de este espectáculo es sencillo y original: en el medio de la escena se encuentra Adolfo Marsillach reflejado en un pantalla electrónica en blanco y negro. A los lados tenemos a la protagonista, Blanca Masillach, y a la canaria Lili Quintana, unas veces Blanca se encuentra a la izquierda de su padre y otras a su derecha. Entre el padre y la hija se entabla una “conversación” que gira alrededor de los poemas que fueron seleccionados en el año 1997 por Adolfo Marsillach.
Como cualquier selección de poemas puede resultar caprichosa, pero no se puede negar que son lo suficientemente representativos si se quiere reflejar la esencia de la poesía española del Siglo de Oro. En la función nos encontramos con una variedad de versos, eróticos, picantes y hasta místicos, dignos representantes de la poesía clásica española. A diferencia de la poesía clásica de otros países europeos, la poesía española de esta época abundaba en erotismo, ironía y diversión.
Destaco el primer poema recitado por Adolfo Marsillach, que desgraciadamente no lo conozco ni sé a quién pertenece, y es que resulta genial la gesticulación de sus manos mientras declama esos versos en que las manos acarician a la mujer la zona que se encuentra entre sus piernas para a continuación elevarse y pararse en sus pechos.
Además, nos encontramos con poemas divertidos y agudos. Por supuesto, están representados Quevedo, Arcipreste de Hita y, cómo no, Lope de Vega. Una pequeña muestra:
Del Arcipreste de Hita:
Si quieres amar dueñas o a cualquier mujer
muchas cosas tendrás primero que aprender
para que ella te quiera en amor acoger.
Primeramente, mira qué mujer escoger.
Busca mujer hermosa, atractiva y lozana,
que no sea muy alta, pero tampoco enana;
si pudieres, no quieras amar mujer villana,
pues de amor nada sabe, palurda y chabacana.
Busca mujer esbelta, de cabeza pequeña,
cabellos amarillos, no teñidos de alheña;
las cejas apartadas, largas, altas, en peña;
ancheta de caderas, ésta es talla de dueña.
Ojos grandes, hermosos, expresivos, lucientes
y con largas pestañas, bien claros y rientes;
las orejas pequeñas, delgadas; para mientes
si tiene el cuello alto, así gusta a las gentes.
La nariz afilada, los dientes menudillos,
iguales y muy blancos, un poco apartadillos,
las encías bermejas, los dientes agudillos,
los labios de su boca bermejos, angostillos
La su boca pequeña, así, de buena guisa,
su cara sea blanca, sin vello, clara y lisa;
conviene que la veas primero sin camisa
pues la forma del cuerpo te dirá: ¡esto aguisa!
De Quevedo:
Madre, yo al oro me humillo;
él es mi amante y mi amado,
pues, de puro enamorado,
de contino anda amarillo.
Que pues, doblón o sencillo,
hace todo cuanto quiero
poderoso caballero
es don Dinero.
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en España,
y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
Es galán y es como un oro,
tiene quebrado el color
persona de gran valor,
tan cristiano como moro.
Pues que da y quita el decoro
y quebranta cualquier fuero
poderoso caballero
es don Dinero.
...
De Lope de Vega:
Un soneto me manda hacer Violante;
en mi vida me he visto en tal aprieto,
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.
Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Por el primer terceto voy entrando,
y aun parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que estoy los trece versos acabando:
contad si son catorce, y está hecho.
También, hay mucho del romancero español, como el Gerinaldo. Y de la poesía mística española, a través de San Juan de la Cruz, con su "muero porque no muero". Por último, como poeta moderno aparece representado Miguel Hernández:
Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.
En definitiva, un espectáculo que vale la pena verlo, aunque sólo sea por el hecho que la poesía clásica no suele verse representada en las agendas culturales. Un día les comentaré la diferencias entre esta poesía y la de nuestros días, incluyendo a los raperos.

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